Lo peor es que todo esto apenas comienza y donde estoy seguro que las discusiones llegarán a dirimirse en instancias legales. Apenas es la punta del iceberg.
Era una institución modelo dirigida con mucho tino por Guillermo Álvarez Macías. Pero ocurre que ya no es así.
Leo Zuckermann Soy, desde chico, aficionado del equipo de futbol Cruz Azul. Crecí en las épocas gloriosas en que ganaron varios campeonatos de la Primera División con jugadores que hicieron época. Pero no sólo eso. Más allá del aspecto deportivo, Cruz Azul era una institución ejemplar. Uno se sentía orgulloso de ser cruzazulino porque el equipo de futbol representaba a una empresa nacional cooperativa donde los trabajadores eran socios del negocio.
En aquel México de los setenta y ochenta, el personal de Cruz Azul no sólo ganaba bien, comparativamente con lo que se obtenía en otras empresas, sino que recibían beneficios de país desarrollado, como el acceso a instalaciones deportivas de primera. Cruz Azul era una institución modelo dirigida con mucho tino por Guillermo Álvarez Macías.
Pero ocurre que los países, empresas y familias exitosas entran en periodos de franca decadencia. Y eso es lo que le ha pasado a Cruz Azul. Lleva muchos años deteriorándose. Por donde se vea hay problemas.
En cuanto al negocio, Cruz Azul se ha rezagado frente a los otros gigantes cementeros del país. Está en un lejano tercer lugar en participación de mercado. Poco tiene que hacer frente a Cemex (número uno) y Holcim Apasco (el dos). Pero no es sólo un asunto de competencia. El año pasado nos enteramos de una denuncia sobre fraudes multimillonarios en la empresa que incluían acusaciones de evasión fiscal y hasta de lavado de dinero. Incluso se habló de la utilización del equipo de futbol en operaciones de dudosa legalidad. La prensa también ha informado que la Secretaría de Hacienda investiga a la cooperativa por presuntos fraudes en contra del fisco.
En cuanto al equipo de futbol, pues ya sabemos, con mucho dolor, que no ha ganado un solo campeonato desde 1997 a la fecha. Pero lo peor es cómo han deshonrado los valores que inspiraron por mucho tiempo a un equipo propiedad de cooperativistas. La directiva, por increíble que parezca, permitió jugar a Salvador Carmona cuando éste había reincidido en doparse, lo cual costó la descalificación del equipo de una liguilla. Más recientemente, en la semifinal contra Morelia, observamos a los jugadores comportándose como “bandoleros”, en palabras de Enrique Meza, director técnico del equipo.
En fin, que por donde se vea, las cosas van de mal en peor en Cruz Azul. Todo indica que la fuente de estos males es la disputa entre los hijos de Guillermo Álvarez Macías por el control de la institución. Por un lado está Alfredo, el mayor, y por otro Guillermo, mejor conocido como Billy. El primero alega que hay malos manejos en la empresa que dirige su hermano. Sobre todo por parte del cuñado de ambos, Víctor Garcés, quien hasta 2010 fungía como director jurídico de la empresa. Fue destituido por presuntos quebrantos de 350 a 400 millones de dólares, ya que no cuadraban “las cuentas de diversos ámbitos, como viáticos, la administración del hotel Azul Ixtapa, los servicios de salud de Médica Azul y hasta el traspaso de algunos futbolistas”.
Al alegar que había malos manejos, Billy destituyó a Alfredo como director comercial. El viernes trascendió que el propio Billy había sido depuesto como director general y que varios socios cooperativistas habían sido expulsados de la empresa, entre ellos Alfredo. El escándalo continúa y es cada vez mayor. Una nota de ayer en El Semanario informaba que “en las oficinas y centros de producción se respira miedo, desconfianza, nadie habla de la empresa por el temor a represalias”. Al parecer hay un ambiente de “hostigamiento a los socios-empleados de la cementera”. El testimonio de uno de los socios de la cooperativa es elocuente del ambiente que se vive en Cruz Azul: “Desde hace meses estoy escondido, me oculto de todos, aunque no literalmente, sino lo que hago es no hablar, no me reúno con nadie, sólo llego y hago mi trabajo, con eso creo que estoy fuera de toda esa grilla”.
Decadencia pura. La grilla entre los hermanos Álvarez Cuevas está pudriendo al Cruz Azul, una institución que llegó a ser modelo en todo país. Y a los cruzazulinos esta situación nos duele y afecta.
En aquel México de los setenta y ochenta, el personal de Cruz Azul no sólo ganaba bien, comparativamente con lo que se obtenía en otras empresas, sino que recibían beneficios de país desarrollado, como el acceso a instalaciones deportivas de primera. Cruz Azul era una institución modelo dirigida con mucho tino por Guillermo Álvarez Macías.
Pero ocurre que los países, empresas y familias exitosas entran en periodos de franca decadencia. Y eso es lo que le ha pasado a Cruz Azul. Lleva muchos años deteriorándose. Por donde se vea hay problemas.
En cuanto al negocio, Cruz Azul se ha rezagado frente a los otros gigantes cementeros del país. Está en un lejano tercer lugar en participación de mercado. Poco tiene que hacer frente a Cemex (número uno) y Holcim Apasco (el dos). Pero no es sólo un asunto de competencia. El año pasado nos enteramos de una denuncia sobre fraudes multimillonarios en la empresa que incluían acusaciones de evasión fiscal y hasta de lavado de dinero. Incluso se habló de la utilización del equipo de futbol en operaciones de dudosa legalidad. La prensa también ha informado que la Secretaría de Hacienda investiga a la cooperativa por presuntos fraudes en contra del fisco.
En cuanto al equipo de futbol, pues ya sabemos, con mucho dolor, que no ha ganado un solo campeonato desde 1997 a la fecha. Pero lo peor es cómo han deshonrado los valores que inspiraron por mucho tiempo a un equipo propiedad de cooperativistas. La directiva, por increíble que parezca, permitió jugar a Salvador Carmona cuando éste había reincidido en doparse, lo cual costó la descalificación del equipo de una liguilla. Más recientemente, en la semifinal contra Morelia, observamos a los jugadores comportándose como “bandoleros”, en palabras de Enrique Meza, director técnico del equipo.
En fin, que por donde se vea, las cosas van de mal en peor en Cruz Azul. Todo indica que la fuente de estos males es la disputa entre los hijos de Guillermo Álvarez Macías por el control de la institución. Por un lado está Alfredo, el mayor, y por otro Guillermo, mejor conocido como Billy. El primero alega que hay malos manejos en la empresa que dirige su hermano. Sobre todo por parte del cuñado de ambos, Víctor Garcés, quien hasta 2010 fungía como director jurídico de la empresa. Fue destituido por presuntos quebrantos de 350 a 400 millones de dólares, ya que no cuadraban “las cuentas de diversos ámbitos, como viáticos, la administración del hotel Azul Ixtapa, los servicios de salud de Médica Azul y hasta el traspaso de algunos futbolistas”.
Al alegar que había malos manejos, Billy destituyó a Alfredo como director comercial. El viernes trascendió que el propio Billy había sido depuesto como director general y que varios socios cooperativistas habían sido expulsados de la empresa, entre ellos Alfredo. El escándalo continúa y es cada vez mayor. Una nota de ayer en El Semanario informaba que “en las oficinas y centros de producción se respira miedo, desconfianza, nadie habla de la empresa por el temor a represalias”. Al parecer hay un ambiente de “hostigamiento a los socios-empleados de la cementera”. El testimonio de uno de los socios de la cooperativa es elocuente del ambiente que se vive en Cruz Azul: “Desde hace meses estoy escondido, me oculto de todos, aunque no literalmente, sino lo que hago es no hablar, no me reúno con nadie, sólo llego y hago mi trabajo, con eso creo que estoy fuera de toda esa grilla”.
Decadencia pura. La grilla entre los hermanos Álvarez Cuevas está pudriendo al Cruz Azul, una institución que llegó a ser modelo en todo país. Y a los cruzazulinos esta situación nos duele y afecta.